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Monos Bailarines

Aunque ahora es un bar de ambiente latino que abre (sin autorización) durante toda la noche, debajo de mi antigua casa en Zaragoza había un bar -Bar Pasaje Goya, muy apropiado, nada ocurrente- en el que tenían una recreativa. LA MAQUINICA la llamaban en mi casa. Y los dueños del bar, dos hermanos a los que mi difunto padre llamaba con afecto los mogólicos, eran muy aficionados a eso de LAS MAQUINICAS. Lo bastante aficionados como para ir de viaje a Tailandia para ver modelos nuevos de MAQUINICAS y regresar con muchas historias y fotos de recreativas que jamás había visto, con una moto para montarse encima y todo.

También regresaron con dos hermanas muy jovencitas, pero tenía siete años y no me llamó la atención.

¿Pero juegos que no llegaban a España? ¡Revelación! Tenía que probarlos o por lo menos conocerlos. Y ahí empecé a preocuparme por la importación y a buscar revistas en las que hablaran -con mayor o menor acierto- de juegos que nunca salían de Japón. Por razones a menudo culturales estos juegos se quedaban en su tierra. Demasiado para el equipo de marketing, problemas de licencias o dios sabe qué.

Cuando hace unos años mi amigo Fa me habló de un juego de Game Boy Advance llamado Rhythm Tengoku. Un juego muy rarito y psicodélico de apretar botones al ritmo de la música.

¡Japonesada!

Gritamos al unísono.

Esto no sale de Japón ni de coña.

Pensamos. Una pena. Juegos muy buenos que casi nadie disfrutará aquí. Y un par de años después, hicieron una secuela. Rhythm Tengoku Gold, para Nintendo DS.

 

La barrera del lenguaje en este juego es tirando a inexistente. Y esta vez, tras casi un año de espera ha llegado hasta la Vieja Europa. Cambiando alguna de las canciones que hicieron al juego popular en Japón, compuestas por Tsunku, un señor que lleva muchos años regentando una fábrica de niñas asiáticas (ahora incluyen hasta alguna hawaiiana y alguna china) que corren por el escenario haciendo como que cantan y siendo muy muy muy populares durante muy muy poco tiempo. ¿Cómo de populares?

Al parecer lo bastante populares para que todo el público de un auditorio actúe igual que los monos bailarines del juego. Y aprovechando que es uno de esos juegos para todos los públicos de verdad -no como el para todos los públicos de Disney donde en realidad es para niños y padres sosos- se lo compré a mis sobrinos Clara y Manuel por su comunión y cumpleaños respectivamente. Ya sé que es muy cutre hacer un regalo común pero la economía está como está, y a Clara también le regalé un Walkman.

Da gusto ver que la industria va creciendo y expandiendo sus miras, aunque hacerlo mainstream implique poner a Beyoncé Knowles en el anuncio.